“El arte de la comunicación es el lenguaje del liderazgo. Las buenas relaciones dan lugar a buenas empresas, las malas relaciones a malas empresas”

                                                    James C. Hunter

La Comunicación, es la actividad humana de mayor impacto en nuestra autorrealización y en todas las siete u ocho áreas que conforman la existencia humana; es sumamente retadora debido a su complejidad biopsicosocial espiritual. Muchos creemos que, porque sabemos hablar y escribir, somos competentes en la comunicación interpersonal y organizacional.

Nuestro mundo sociocultural de manera empírica y desde los primeros años de vida, nos entrena para manejar hábitos agresivos y pasivos en la manera de relacionarnos con los demás; pero como ambos estilos son ineficientes o tóxicos, constituyen mecanismos subconscientes de auto saboteo en lo que racionalmente buscamos en cualquier interacción. Solo el estilo asertivo nos garantiza el éxito, pero son escasos los espacios donde podamos adquirirlo o aprenderlo.

 

La comunicación interpersonal es una competencia muy exigente que va mucho más allá del hablar, escribir y oír. Primero, si no nos hemos realizado como seres humanos es poco lo que podemos ofrecer y, en consecuencia, mantendremos un vacío y miedo a que el otro se entere que no tenemos nada que compartir y que, psicológicamente solo pretendemos mostrar nuestro ego en una relación de evitación, de crítica y de control o posesión del otro. Cuando sabemos quiénes somos, nos mostramos con transparencia en una relación de amor y al mismo tiempo, compartimos para construir una plataforma de total intimidad y confianza; donde mente, cuerpo, cerebro y alma armonizan para propiciar un enriquecimiento, libre de miedo, celos, iras, controles, criticas, evaluaciones, moralizaciones, chantajes y posesiones. La baja autoestima nos conduce a una relación donde subestimamos o sobreestimamos nuestras necesidades.

Además de necesitar conocimiento sobre la naturaleza de la comunicación interpersonal, es clave desarrollar habilidades a través de distintas destrezas donde el discurso verbal se sintonice con nuestro cuerpo. Sin embargo, no es suficiente contar con información, habilidades y destrezas sino hemos instalado la actitud de querer relacionarnos de manera espontánea, autentica y de total atención al interlocutor. Por último, esta singular competencia, exige una columna vertebral con ramificaciones éticas y morales para ponerle contención a los instintos e impulsividad por el desconocimiento del interlocutor como un ser tan importante como nosotros.

En la competencia sobre las relaciones humanas, contamos hoy con múltiples herramientas para que los lideres o cualquier persona puedan influir en sus colaboradores o compañeros en cualquier área de vida. En lugar de ordenar y controlar o aplicar la antigua estrategia de la era industrial de la zanahoria y el garrote que, según los filósofos existencialistas como Marcel y Jaspers, harían común un espacio, pero no convivirían en pro de propósitos comunes. En las parejas, la competencia comunicacional es clave para desechar las necesidades de posesión, dominio, dependencia o independencia que se manifiestan en distintos patrones inadecuados de comunicación, quienes vivirían juntos, pero no en una relación íntima. Para lograr competencia en la relación humana se necesita voluntad, mente abierta, humildad, disciplina, pasión y coraje para desaprender y aprender a comunicarnos con influencia.